Este pasado viernes se hizo una lectura, en la Librería del Cabildo de Tenerife, de los poemas de Luis Feria, a cargo de dos de los poetas más importantes del panorama actual canario, hablamos de Cecilia Domínguez Luis y Arturo Macanti. Fue un encuentro entrañable, en los que ambos leyeron aquellos poemas eligidos para la ocasión y mientras entre uno y otro contaban anécdotas de la vida de Feria que ambos conocían.
Aprovecho la ocasión para compartirvarios de los poemas que más me llegaron. Comenzaron y cerraron lectura con este poeta:
A la lenta caída de la tarde
A la lenta caída de la tarde
amar la vida largamente es todo
el oficio del hombre que respira.
Alzar la mano y detener el cielo.
Destino de la luz, nunca te acabes.
amar la vida largamente es todo
el oficio del hombre que respira.
Alzar la mano y detener el cielo.
Destino de la luz, nunca te acabes.
De conciencia
Este particularmente fue el que más me llegó, además de elegir este mes para varias de mis exposiciones.
Noviembre
Dime cómo es la vida cuando no sé estar vivo,
despójame de sueños, que la tierra no respira.
Que tu empresa y la mía sean sólo el poema
hiélame si algún día no me asombra mi oficio.
hiélame si algún día no me asombra mi oficio.
De Calendas
Dedicó poemas a objetos tan cotidianos como la taza en la que todos desayunamos.
Taza rota
¿Qué haré yo sin tu ojal, dónde pongo mi flor,
cómo voy a decirte secretos a la oreja
si ya no tiene asa?
Currita, cuántas cicatrices;
esta vez no podré encolarte.
Pero no temas, no irás a la basura
sin tu leche diaria; toma ten.
Acaricio tu vientre nutritivo,
pongo los labios en tu borde
Con desazón; qué frío. Que se diga:
en su último día fue feliz.
No tiembles. Yo también te quiero.
Por último, un poema inédito, que según cuentan los que le conocieron, define muy bien la relación que mantenía con su madre de amor y odio.
El armario de mamá
Mamá se olvida la llave del armario
Sésamo ábrete: dentro
una gota de agua para verse mejor;
los pétalos que le sobran de la piel,
el pomo del que se unta el sol,
el cascabel para apariencia alegre,
los zapatos gastados de nadar para atrás a joven,
los ojos azules que se quitó porque el mar la perseguía,
sus manos que nos roban del peligro,
y al fondo el fondo al fondo
Yo,
hace mucho, allá lejos, muy antes de nacerme.
Currita, cuántas cicatrices;
esta vez no podré encolarte.
Pero no temas, no irás a la basura
sin tu leche diaria; toma ten.
Acaricio tu vientre nutritivo,
pongo los labios en tu borde
Con desazón; qué frío. Que se diga:
en su último día fue feliz.
No tiembles. Yo también te quiero.
De Salutaciones
Por último, un poema inédito, que según cuentan los que le conocieron, define muy bien la relación que mantenía con su madre de amor y odio.
El armario de mamá
Mamá se olvida la llave del armario
Sésamo ábrete: dentro
una gota de agua para verse mejor;
los pétalos que le sobran de la piel,
el pomo del que se unta el sol,
el cascabel para apariencia alegre,
los zapatos gastados de nadar para atrás a joven,
los ojos azules que se quitó porque el mar la perseguía,
sus manos que nos roban del peligro,
y al fondo el fondo al fondo
Yo,
hace mucho, allá lejos, muy antes de nacerme.
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